Sarkis
Haz clic en un marcador del mapa para ver la dirección, el número de teléfono y el horario de cada sucursal
Calificación General
Detalles de Calificación
En una palabra
Excelentes interpretaciones de la cocina Mediterránea a precios razonables convierten a Sarkis en uno de los mejores de su tipo en Buenos Aires. Lo que le falta en ambientación y servicio lo compensa con un menú creativo repleto de recetas clásicas armenias.
Leer la crítica entera
Recuerdo la primera vez que tuve contacto con la comida griega. Todavía estaba en la universidad y un grupo de compañeros y yo viajábamos cerca de 100km desde nuestra ciudad a Dallas para comer en el restaurant griego más famoso. Tal vez haya sido el abdomen de la belly-dancer o la comida del sitio lo que me dejó tan buena impresión de la experiencia. Hasta hoy, la comida griega o la armenia (y cualquier variación de la comida mediterránea) están en el tope de mi lista de las mejores cocinas del mundo.
Hay pocas diferencias entre la comida griega y la armenia. Pero muchas veces, la única distinción viene dada por el nombre del plato. La preparación y los ingredientes son muy parecidos.
Existen un puñado de restaurantes armenios en Buenos Aires. En principio estaban dirigidos a la prominente Comunidad Armenia de la ciudad. Hoy en día, los clientes son porteños con o sin ascendencia armenia, que buscan experimentar una cocina que no tenga carne a la parrilla o pasta. Y Sarkis, en Villa Crespo, es sin duda, el más popular.
Para evitar la cola que se forma por una mesa, es necesario llegar a eso de las 7:45 PM, anotarse en una lista y esperar a que llamen. Si se llega temprano, se puede conseguir mesa 5 o 10 minutos después de la apertura a las 8 PM. Llegar a eso de las 9:30 o 10:00 PM significa una espera de alrededor de 1 hora.
La decoración de Sarkis no recibirá premios de ningún tipo. Se parece mucho a cualquier restaurante anticuado de los que sobran en la ciudad. Lo único resaltante pueden ser las lámparas colgantes del techo, parecen las ruedas de una carreta. El sitio es agradable y limpio. Los manteles y las servilletas son blancos. Los meseros son amigables. Tal vez haga falta llamar su atención un par de veces si el sitio esta concurrido… lo que sucede siempre.
Pero una vez que la comida llega, todo pasa a segundo plano. El tiempo pasará probando los aperitivos (mezze) que ocupan todo el espacio de la mesa.
Ordenamos puré de garbanzos (hummus), puré de berenjenas (baba ghanoush), tabule, repollo relleno y hojas de uva rellenas, todo acompañado por una cesta de pan de lavash. El tabule, la crema de garbanzos y el puré de berenjenas estaban estupendos. No les faltaba nada. El repollo relleno y las hojas de uva estaban buenos, pero hubiese preferido un relleno menos denso, especialmente en las hojas de uva. Fue muy parecido a comer una salchicha envuelta en hojas de uva. Los que he probado en otros sitios tienen relleno de arroz con cordero un poco más suave. Me gustó más el repollo, aunque el relleno de ambos era muy parecido.
Después de esto, vinieron los platos principales, kibbe frito y un morrón relleno grande. Me pareció que el morrón estaba condimentado y cocido perfectamente, estaba jugoso en el centro cuando lo corté. El kibbe estaba bueno, pero más seco de lo que me gusta.
Mi acompañante y yo tomamos vino tinto ofrecido mientras esperábamos por la mesa. También, pedimos un trago de Ouzo griego (un licor parecido al anís). Lo que recibimos fue una pobre imitación con poco aroma o sabor a anís.
En resumen, me pareció que los aperitivos resultaron muy buenos. Quedé un poco disconforme con el repollo y la hoja de uva, pero el tabule y el hummus lograron su cometido. Los platos principales fueron buenos, pero me pareció que el kippe estaba seco. El servicio fue aceptable pero no de lo mejor. El ambiente, casi inexistente, prácticamente viene dado solo por la gran cantidad de personas que lo visitan. Los precios, más que razonables.